«It was real, it was right, but it burned too hot to survive
all that's left is all these ashes.»
Eran las cuatro de la mañana. Por la ventana solo entraba la oscuridad de la noche y una suave brisa de verano. Todas las luces del apartamento estaban apagadas. Annabelle aún estaba sentada en el sofá, sin hacer otra cosa que observar la pared e intentar asimilar lo que había ocurrido tan solo unas horas antes. Seguía sin poder creerlo. Aquello debía ser un mal sueño, una estúpida pesadilla. Inclinó un poco la cabeza para poder mirarse en el espejo, y sus ojos, cubiertos de maquillaje destrozado por las lágrimas, la hicieron aceptar la cruda realidad. Todo había sido real.
Annabelle se tapó la boca para ahogar un sollozo e hizo un esfuerzo por no llorar. Miró al techo y parpadeó varias veces, obligando a las lágrimas a quedarse donde estaban, pero segundos más tarde volvía a estar hundida en su propio llanto, con su rostro tapado por sus manos. Doy asco, pensó. En ese momento, quiso hacerse daño a sí misma, se culpaba de todo lo que había ocurrido. Había sido ella la que había confiado en él. Estúpida. Por un momento, miró a los objetos afilados que había sobre la mesa, pero entonces su mirada pasó por encima de las cerillas y otro pensamiento vino a su mente.
Todo aquello podría haber sido un poco culpa suya, sí, porque ella había sabido sobre cómo era Kyle y aún así se había arriesgado, pero el hecho de que ella se sintiera como si estuviera vacía era culpa de él, de Kyle. Había sido él quien había tomado su confianza y la había roto en mil pedazos como si fuera cristal, había sido él a quien le había entregado su corazón y había sido él quien lo había destruido.
Con esta idea aún en su mente, Annabelle se acercó a la pequeña caja de cartón que había sobre la mesa. Le gustaban las cerillas. Más de una noche había estado sin poder dormir y ellas había sido sus únicas acompañantes en el insomnio. La ayudaban a pensar, y era hermoso ver cómo ardían.
Sacó la primera cerilla y la encendió. La cerilla iluminó toda la habitación en apenas un segundo, y ella se la acercó al rostro. Observó cómo aquella lucecita se movía de un lado a otro, como si fuera a apagarse en cualquier momento. Sin embargo, seguía ardiendo. Era irónico. Aquella pequeña llama, siendo algo inerte, parecía tener más vida que ella. Annabelle la observó quemarse. La observó hasta que la llama llegó a sus dedos, y acabó quemándose ella.
Entonces, un par de palabras vinieron a su mente. Era poco, pero al menos era algo. Podía darle forma. Cogió un papel y el bolígrafo de encima de la mesa y comenzó a escribir.
Querido Kyle:
A lo mejor debería tachar eso de «querido». No lo sé. Estoy demasiado confundida para saberlo.
Eras un peligro para mí, Kyle. Siempre lo supe. Pero me gustó arriesgarme. Me gustó arriesgarme por ti. Todos me habían hablado de lo cruel que eras. Me costaba creer que hablasen de ti. Pero, lamentablemente, ahora ya me lo creo.
Fuiste una cerilla ardiendo en mis dedos. Me gustó observar cómo ardías, aun sabiendo que corría el peligro de quemarme. No me importó. Me arriesgué por ti. Terminé quemándome. Y debería haberlo sabido.
Te he querido como no he querido a nadie. Aún te quiero... o eso creo. Me has enseñado muchas cosas. Me has cambiado, para bien. Me has enseñado a afrontar mis miedos. Me has hecho sentirme viva. Me has hecho sentirme libre. Me has hecho sentirme querida. Me has dejado volar alto, y después me ha dolido aún más la caída.
Me has hecho sentir tanto, que ahora sin ti ya no sé ni lo que siento. ¿Ves lo que me has hecho, Kyle? Me has destrozado. Y ahora estoy sola para recoger los pedazos.
Pensaba que había sido yo la estúpida por confiar en ti. Pero has sido tú el que me ha roto. Pensaba que eras el tipo de persona que rompía reglas, no promesas. Me hiciste una promesa. Fue lo más bonito que alguien ha hecho por mí. Pero quizá todo eso de «no me gusta hacer promesas» era también una fachada, para hacer que me enamorase aún más de ti. Si lo era, tendría que decir que funcionó.
No creo que vuelvas pidiendo disculpas. No puedo imaginarte arrodillado y suplicando perdón, Kyle Dixon. No eres el tipo de hombre que haría eso.
No sabes cómo desearía que todo esto no fuera más que un estúpido sueño. Una jodida pesadilla. Pero no lo es. Lo he comprobado. No lo es porque, si lo fuera, podría despertarme. Esto es real. Es real, y por eso siento ahora mismo algo dentro de mí muriéndose.
Puede que sea lo que alguna vez sentí por ti.
Recuerdo la primera vez que te vi. Fue como una escena de película. En aquel momento, todo parecía tan... perfecto. Pero, ahora, después de haber visto a Kyle Dixon en acción, no puedo evitar preguntarme en qué pensabas en aquel momento. Probablemente solo querías aprovecharte de la chica estúpida que tomaba café sola.
Ojalá pudiera quemar todos los recuerdos que tengo de ti con estas cerillas. Los momentos en el Penny Lane's, en las vías de tren, cuando te dibujé aquellos retratos, en el coche de tu padre, cuando hiciste aquella promesa que has roto en mil pedazos... Todo. Pero para eso, estas cerillas son inútiles.
Hiciste que me sintiera importante. Apreciada. Querida. Viva. Pero ahora no siento nada. Solo dolor.
Adiós,
-Annabelle
-Annabelle
Hermoso, me dejaste sin palabras.
ResponderEliminarUn besito.
Y-Ya leí hasta el 11. Kyle no se va a suicidar, no?;____; T.T Dime que no...
ResponderEliminarAuuf, precioso *-*
ResponderEliminarQUIERO MÁS YA.
Simplemente, no entiendo como me has podido enganchar así a una novela. Es que la haces taan bien... exijo more.
Me ha encantado este capítulo, pero también quiero que Kyle y Annabelle acaben juntos, porque se complementan el uno al otro <3 Me gustaría saber las razones que llevaron al chico a besarse, sabiendo así que perdería a la pelirroja si los veía.
Esta carta me parece más que preciosa. Me encanta la comparación con la cerilla.
Necesitamos el capítulo 10, Merce :')
Besos <33
escapefromreality14.blogspot.com.es